La cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid los días 8 y 9 del pasado mes de
julio, tuvo como principal tarea la redefinición del papel de esa organización
militar en el marco de un Nuevo Orden Internacional que, en principio, difiere
de la situación mundial que dio origen a la Alianza.
Como es sabido, la Organizacion del Tratado del Atlantico Norte, subscrito
por los principales Estados de Europa Occidental y los de América del Norte
en abril de 1949, se definió en su nacimiento como una organización
internacional regional para la cooperación militar, económica y política,
concebida como un tratado de alianza contra cualquier ataque armado al
territorio de uno de los Estados signatarios.
Para entender el verdadero carácter de esta organización basta considerar la
voluntad, expresada en su documentación fundacional, de contener un
eventual avance del sistema comunista instalado en Europa Oriental y el
avance político de los partidos comunistas en Occidente. La iniciativa de
creación de la OTAN fue de los EE.UU., entonces y ahora principal potencia
del mundo capitalista. En un documento del «Consejo de Seguridad Nacional
de EE.UU», de agosto de 1948, se decía que el objetivo de esa potencia era
derrocar el poder soviético, hacer y mantener débil a la Unión Soviética en lo
político, militar y psicológico.
El mundo capitalista desde entonces dedicó inmensos recursos a la
materialización de ese cerco y esa ofensiva militar e ideológica contra los
regímenes comunistas a lo largo del período de la «Guerra Fría». La carrera de
armamentos y las actividades propagandísticas contra la Unión Soviética y
demás Estados socialistas fueron, durante más de cuarenta años, una partida
de gastos de una magnitud aterradora, a los que habría que sumarles los de
guerras como las de Corea y Vietnam para combatir al comunismo in situ en
los lugares en los que se percibía su expansión. Pero a todo esto hay que
añadirle además el mantenimiento de gobiernos títeres o bananeros y la
represión armada contra las guerrillas populares en aquellas zonas del planeta
donde la opresión imperialista resultaba absolutamente insufrible para los
pueblos. El cerco a Cuba, las maniobras para derrocar el gobierno socialista de
Allende en Chile, y el mantenimiento de la guerrilla «contra» nicaragüense
son algunas de las muchas actividades desarrolladas por la gran potencia
imperialista a todo lo largo y ancho del planeta para estorbar en el mundo el
progreso de las ideas de liberación, solidaridad y justicia social.
A la OTAN le cabe el dudoso honor de ser, en la parte más desarrollada
económicamente del planeta, el brazo armado o instrumento militar de ese
sistema odioso y explotador de los pueblos del mundo.
La forma en que terminó la Guerra Fría, a comienzos de la década actual
muestra una victoria en toda línea de la estrategia imperialista y la
consecución de todos los objetivos de la OTAN. Ello parece dejar sin
finalidad y razón de ser a esa organización, y sin embargo, en la conferencia
cumbre de esa alianza celebrada en Madrid ocho años después de la caída del
«telón de acero» y el derrumbe del sistema socialista se toman medidas como
la integración de nuevos países miembros, precisamente de Europa del Este, la
adopción de una nueva estructura militar y la puesta a punto de estrategias de
intervención, lo que no deja ninguna duda acerca de la voluntad de
permanencia de ese pacto militar más allá de la consecución de sus objetivos
iniciales.
¿Cual es, entoces, la finalidad de la nueva OTAN? Podríamos definirla
diciendo que la nueva OTAN es el instrumento militar y policial de la alianza
imperialista que estructura la jerarquía de intereses de las burguesías del
mundo y los defiende contra las perturbaciones que puedan ocasionar las
víctimas de la globalización y mundialización del mercado.
Está claro: una alianza militar siempre se establece y se mantiene contra
alguien. El deshonroso destino de la OTAN, el ejército de los países s
opulentos del mundo, es armarse contra los parias de la tierra. Los prepotentes
imperialistas saben que en este mundo donde no hay nada definitivo y estable,
su victoria sobre el comunismo y sobre las ansias de liberación de las masas
oprimidas del mundo es menos estable y definitiva de lo que parece.
El Marxismo no muere por el hecho de que se hayan venido abajo los
regímenes políticos que se definían como marxistas. El Marxismo es una idea
y un método y como tal sigue existiendo tras la desaparición de la Union
Sovietica exactamente igual que existía antes de la aparición de esa potencia
política, y al igual que entonces sigue siendo referente ideologico, la
inspiración y el instrumento de los hombres que tienen necesidad y voluntad
de cambiar el mundo de base. A una idea no se la puede combatir con armas,
por eso la OTAN y demás instrumentos militares y policiales del sistema son
inútiles en la lucha ideológica, pero las clases dominantes están preparadas
también para librar la batalla política y la ideológica. Como último recurso,
para impedir la victoria de las revoluciones que se produzcan y para malograr
los resultados de las que triunfen, las alianzas militares del estilo de la OTAN
de nuestro continente están prestas a intervenir en los lugares donde se
produzca cualquier evento que pueda significar algún tipo de peligro para la
actual estructura de dominación clasista. Se trata de intervenciones armadas,
de tipo policial, como las que tuvieron lugar en los conflictos de Yugoslavia y
Albania, para imponer salidas acordes con los intereses de las burguesías del
mundo.
Otro foco de interés para ese gendarme mundial lo constituyen los conflictos
interétnicos, o del tipo que sean, que se producen en África y otras zonas por
causas de las que no son del todo inocentes las propias potencias imperialistas.
Además está el hecho de que otro tipo de conflictividad, como la relacionada
con el integrismo islámico, reviste características desconcertantes bastante
difíciles de interpretar, pero que con independencia de sus aspectos
demenciales evidencian una indiscutible aversión a este tipo de sociedad
occidental y a su sistema económico, de los que la nueva OTAN se constituye
en defensor. A todo esto hay que añadir que el sistema productivo de esta
sociedad y la consiguiente mundialización del mercado están generando
grandes zonas de miseria en bastantes partes del mundo, lo que origina flujos
incontrolados e incontrolables de migración o desplazamientos poblacionales
capaces de generar conflictos de resultados imprevisibles.
Renunciando a comprender la realidad tan compleja de un mundo al que le
resulta intragable el esquema de sociedad que les receta el Occidente
imperialista, las clases dominantes de este sistema económico ni ven ni
conciben s solución que afrontar el futuro armándose hasta los dientes para
dar una respuesta bélica a cualquier tipo de contestación, cerrando los ojos
ante el abismo de división y violencia al que conducen a nuestro mundo por el
horizonte sin esperanza al que este tipo de economía condena a la mayor parte
del género humano.
Agosto de 1999